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EL CAMINO

Aunque muchos hablemos un idioma en común, pocos nos comunicamos en un mismo lenguaje, y es que este último se refiere a algo más personal, es nuestra forma subjetiva de asumir símbolos, palabras, imágenes, en fin, es la forma en la que cada uno de nosotros se comunica tanto interna como externamente.
 

Es así como Adrián Gómez, inspirado en los glifos Mayas y en el Popol Vuh, pone en manifiesto en su exposición “El Camino”, un compendio de símbolos y signos que expresan su propio lenguaje, producto de sus experiencias personales, viajes y crecimiento personal. nos muestra abiertamente su interpretación de sí mismo, de su universo interno y por lo tanto, de su propia cosmovisión.

Es así como una visita a unas ruinas Mayas, resulta en un mensaje claro para el artista, donde se decide emprender un camino de investigación, de adquisición de un nuevo conocimiento, de descubrir algo que, como extranjero le es ajeno, pero como ser humano le es familiar, un lenguaje antiguo y ancestral que despierta en él la inquietud de conocer y reconocer en sí mismo, los símbolos y signos que componen su mundo interno, a través del estudio de los glifos Mayas; y del proceso de investigación que da como resultado esta exposición titulada “EL CAMINO”, Adrián Gómez se abre paso a generar un nuevo lenguaje como artista siguiendo un camino que le lleva a encontrarse consigo mismo y con ese lenguaje global, ese que habla el inconsciente colectivo y que nos une como un solo ser pensante.

Esta colección, es una interpretación de la cosmogonía Maya y la historia de la creación contada por el Popol Vuh, a través de los ojos de Adrián, donde el artista, representa similitudes entre lo relatado en este libro sagrado, con los procesos creativos y las fases por las que pasa el ser humano en EL CAMINO hacia su realización personal, abarcando tres procesos principales como son el inicio de todo, el proceso de transformación en nuestro paso por este plano y la trascendencia.}

Entonces, EL CAMINO es un cuento de creación, es un préstamo que ha tomado Adrián del lenguaje Maya para narrar su historia, que en el fondo es la historia de todos, de cómo todo inicio tiene su proceso de transformación y de cómo en este está la clave hacia la trascendencia. Una experiencia sensorial que va más allá de ser una colección, es todo un recorrido que se transforma en una experiencia vivida de realización y autodescubrimiento.

Aunque muchos hablemos un idioma en común, pocos nos comunicamos en un mismo lenguaje, y es que este último se refiere a algo más personal, es nuestra forma subjetiva de asumir símbolos, palabras, imágenes, en fin, es la forma en la que cada uno de nosotros se comunica tanto interna como externamente. En este sentido,, desarrollar un lenguaje propio es un proceso que se lleva a cabo a lo largo de nuestras vidas, donde los constructos más básicos, arraigados en lo más profundo de nuestro inconsciente, pueden mutar y cambiar a medida que nuestra forma de percibirnos a nosotros mismos y a nuestro entorno, es modificada por nuestras experiencias de vida y la evolución que experimentamos durante las mismas

Así, los Mayas desarrollaron un lenguaje propio, que refleja su cosmogonía y su manera de ver el mundo, en este lenguaje desglosaron el Popol Vuh, su libro sagrado, en el cual describen la creación del universo, relatando como personajes terribles y místicos dieron inicio a todo. Es así como se destacan seres como el Dios Huracán y la serpiente, que dieron el soplo de la vida a todas las cosas; de igual manera, se relata la historia del árbol de la vida y el nacimiento de los dos gemelos Hunahpú e Ixbalanqué.

Por otra parte, la cultura Maya dió una gran importancia a los números, no sólo al desarrollar su propio sistema de contabilidad y matemáticas, sino que, además, éstos representaban ideas importantes al momento de tomar decisiones o celebrar fiestas y ritos, más allá de las cifras, la concepción de los números y las cantidades pueden relacionarse a cualidades asignadas a cada uno, complementando así su lenguaje y, de manera general, su cosmogonía.

Ha sido así, a través de un lenguaje tallado en piedra, en glifos, en esculturas antiguas, que se ha logrado entender la concepción que los Mayas tenían de su entorno y del origen de las cosas, lo que dice mucho de ellos como pueblo y como una de las culturas prehispánicas más influyentes en el continente. Símbolos, imágenes y números, componen un complejo lenguaje a través del cual, ésta cultura nos comunica su sabiduría y nos relata la historia del universo.

En resumen, los Mayas nos cuentan una historia en diferentes etapas, desde la creación del universo donde participan dioses como Huracán y Serpiente, pasando por los diferentes intentos de creación del hombre, el de barro, de madera y el de maíz; luego, la historia de los gemelos, los grandes protagonistas del Popol Vuh, quienes cultivaron las artes y las tierras, jugaron el juego de pelota y hasta fueron al inframundo; al mismo tiempo se nos describe el árbol de la vida como un poema sobre la infinita fertilidad del universo. Así mismo, despliegan un código de números que van más allá de las cuentas, y de las cifras, con infinitas interpretaciones, así como infinitos son los números. En sí, todo apunta a que el lenguaje Maya está íntimamente relacionado, no sólo con la historia que cuentan, sino con la forma en como es contada, en símbolos, en su arte y en sus números

 

Desarrollar un lenguaje, entonces, es acrecentar un criterio propio, codificar y recodificar nuestra percepción de nosotros mismos y de nuestro entorno. Para cualquiera, es un proceso inherente al crecimiento y desarrollo humano, pero para un artista, es la expresión máxima de su arte y su ser, de su alma como un conjunto de símbolos, como lo expresaría Jodorowsky refiriéndose al tarot, al decir que éste es el alma humana dividida en 22 partes, o el mismo Carl Jung cuando se refiere al conglomerado de signos y símbolos contenidos en el inconsciente colectivo, y que, muchas veces, los artistas expresan de manera espontánea en su arte.

Es así como Adrián Gómez, inspirado en los glifos Mayas y en el Popol Vuh, pone en manifiesto en su exposición “El Camino”, un compendio de símbolos y signos que expresan su propio lenguaje, producto de sus experiencias personales, viajes y crecimiento personal. nos muestra abiertamente su interpretación de sí mismo, de su universo interno y por lo tanto, de su propia cosmovisión.

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